¿En ocasiones de “sobretensión” desbordada te has sorprendido comiendo de manera compulsiva para luego sentirte mal contigo mismo culpándote, persiguiéndote y autocastigándote?
Esto no sólo te pasa a ti. Es normal experimentarlo en algún momento y es lo que se conoce como “hambre emocional”; lo realmente importante es no dejar que tal conducta se convierta en un hábito. Para ello debes conocer por qué pasa esto y qué hacer cuando aparece.
El “hambre emocional” tiene una explicación psicológica y una explicación biológica.
La explicación psicológica tiene que ver con el anclaje positivo que existe entre la comida y la sensación de seguridad, de estar a salvo. Cuando el bebé llora lo más común es que se le dé el biberón u otro alimento; de alguna manera de adultos, de forma no consciente, revivimos aquella situación convirtiendo la comida en ese refugio que experimentamos de pequeños, especialmente ante situaciones de “sobretensión”, cuando se desbordan nuestras emociones.
Biológicamente, la explicación es que las emociones activan hormonas que añaden químicos a nuestro torrente sanguíneo que nos impulsan a consumir ciertos alimentos que nos aporten ese “choque de energía” que necesitamos.
Paradójicamente esa fuente adicional de “energía” se encuentra en azúcares y en hidratos de carbonos, es decir, generalmente en la “comida rápida”: el pan, las papas, las pastas, las golosinas o el chocolate. Consumir estos alimentos nos brinda un estado de “seudo-saciedad” que neutraliza la demanda de energía creado por las hormonas.
Cuando este “bucle” se convierte en un hábito para manejar la sobretensión es necesario buscar las alternativas que nos brinda el ©Estrés Responsable.
Hay tres claves que te permiten distinguir el “hambre real” del “hambre emocional”.
El “hambre emocional”:
• Aparece de manera intempestiva y urgente, no la puedes detener.
• Es selectiva y se dirige a “ciertos tipos de alimentos” (azúcares, hidratos de carbono) con rechazo a otros (vegetales, frutas, proteínas)
• Es compulsiva, no puedes saciarte, es como si te volvieras “un pozo sin fondo”
La pregunta es ¿Qué puedes hacer para no convertirte en un adicto al hambre emocional?
Te propongo tres ideas que te ayudaran a respecto:
1.- Identifica tu “hambre emocional”, mapéala, cuándo y cómo aparece.
2.- Aprende estrategias de “afrontamiento adaptativo” a esa “hambre emocional” producto de tu sobretensión. Puedes escribir sobre tus emociones, dibujarlas, hacer mándalas, conversar con personas de confianza; puedes caminar, hacer ejercicios físicos, relajación, hidratación frecuente, masajes, meditación breve.
3.- Ante el hecho de “incurrir” en comer por “hambre emocional” hazlo usando la Atención Plena:
• Respira
• Escucha tu cuerpo
• Actúa lentamente, como en cámara lenta
• Absorbe cada bocado, cada mordida, cada trozo de alimento, amplificando y usando todos tus sentidos de manera consciente: gusto, olfato, vista, tacto y audición.
Mi recomendación final es que “consumado el hecho” no te culpes ni te persigas. Recuerda que lo importante es ir al trasfondo de “tu hambre emocional” gestionando tu sobre tensión con estrategias que vayan a favor de tu salud y bienestar. Sé que lo vas a lograr porque te lo mereces, eres capaz y es posible entrar al mundo de lo que te ofrece el ©Estrés Responsable.
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