sábado, 24 de mayo de 2014

TORTA TRES LECHES CON RECETA DE MAYRIM

La torta tres leches ocupa un lugar importante en la familia Diaz Castillo desde aquella vez que estando en el prescolar mi hijo Eduardo Diego el Colegio "Aquiles Nazoa"  hizo una actividad especial como era común y frecuente en aquel querido colegio. La actividad consistía en que cada niño debía llevar una receta, la cual pasaría a formar parte de un recetario que publicaría el colegio. Lo mejor de la actividad es que dicha receta sería elaborada y disfrutada en una feria con motivo de el Día de las Madres.
¿Adivinan qué receta llevó Eduardo Diego?...Sí, adivinaron, la receta de Torta tres Leches.
Desde entonces somos fieles a este delicioso y criollo postre, especialmente Eduardo Diego, quien para su cumpleaños número 17 pidió como regalo de la familia que cada quien trajera su versión de Torta tres Leches...
Dentro de esta historia de Torta tres Leches destaca la habilidad de Mayrim, mi hija, a quien siempre se le han dado bien los postres, especialmente el quesillo y por supuesto, la Torta tres Leches, la cual quedó registrada como receta probada y comprobada en el viejo cuaderno donde conservamos recetas ancestrales y recetas de consentidos.
Mañana Eduardo Diego cumple años, y el mejor regalo que Eduardo Papá, Mayrim y yo le podemos dar es dejar aquí, en este blogs, esta receta de Torta tres Leches para que permanezca por siempre en el paladar de nuestros lectores...y por supuesto, en el paladar de Eduardo Diego.

!Felíz Cumpleaños Guacho!



BIZCOCHO
4 huevos
20 gramos de Azúcar
250 grs. de Harina
1 cucharadita de vainilla (o ralladura de limón)

MEZCLA DE TRES LECHES:
1 lata grande de:

  • Leche evaporada
  • Leche Condensada
  • Crema de leche

PREPARACIÓN:
Batir las claras con la mitad de azúcar hasta suspiro, luego el resto del azúcar. Se agregan las yemas una a una  y se baten hasta aclarar. Después se iuncorpora la harina poco a poco (sin batir mucho) y la vainilla. Se mete en un molde y se hornea a 300 grados F, por 20 a 30 minutos aprox. Se saca el biszcocho y se deja reposar. Cuando está a temperatura ambiente se pincha con un tenedor y se le agrega la mezcla de las 3 leches y se deja que lo absorba.

DECORACIÓN:
Batir dos o tres claras a punto de suspiro, agregar azúcar pulverizada y decorar el biscocho. Meter en horno 15 minutos para "broilear"
                                          !Buen provecho!




sábado, 3 de mayo de 2014

LAS HOJAS NO CAEN, SE SUELTAN....

Las hojas no caen, se sueltan
Siempre me ha parecido espectacular la caída de una hoja.
Ahora, sin embargo, me doy cuenta que ninguna hoja “se cae”
sino que llegado el escenario del otoño inicia la danza maravillosa del soltarse. 

Cada hoja que se suelta es una invitación a nuestra predisposición al desprendimiento.
Las hojas no caen, se desprenden en un gesto supremo de generosidad
y profundo de sabiduría:
la hoja que no se aferra a la rama y se lanza al vacío del aire
sabe del latido profundo de una vida que está siempre en movimiento
y en actitud de renovación.

La hoja que se suelta comprende y acepta que el espacio vacío dejado por ella  es la matriz generosa que albergará el brote de una nueva hoja.
La coreografía de las hojas soltándose y abandonándose a la sinfonía del viento traza un indecible canto de libertad y supone una interpelación constante y contundente
para todos y cada uno de los árboles humanos que somos nosotros. 

Cada hoja al aire que me está susurrando al oído del alma
¡suéltate!, ¡entrégate!, ¡abandónate! y ¡confía!. 

Cada hoja que se desata queda unida invisible y sutilmente
a la brisa de su propia entrega y libertad. 

Con este gesto la hoja realiza su más impresionante movimiento de creatividad ya que con él está gestando el irrumpir de una próxima primavera. 

Reconozco y confieso públicamente,
ante este público de hojas moviéndose al compás del aire de la mañana,
que soy un árbol al que le cuesta soltar muchas de sus hojas. 

Tengo miedo ante la incertidumbre del nuevo brote.
¡Me siento tan cómodo y seguro con estas hojas predecibles, con estos hábitos perennes,
con estas conductas fijadas, con estos pensamientos arraigados,
con este entorno ya conocido… 

Quiero, en este tiempo, sumarme a esa sabiduría, generosidad y belleza de las hojas que “se dejan caer”.
Quiero lanzarme a este abismo otoñal que me sumerge en un auténtico espacio de fe, confianza, esplendidez y donación.
Sé que cuando soy yo quien se suelta, desde su propia consciencia y libertad, el desprenderse de la rama es mucho menos doloroso y más hermoso.
Sólo las hojas que se resisten, que niegan lo obvio,
tendrán que ser arrancadas por un viento mucho más agresivo e impetuoso y caerán al suelo por el peso de su propio dolor.

José María Toro, extraído del libro "La Sabiduría de Vivir"