sábado, 6 de diciembre de 2014
EN ESTA NAVIDAD REGALA VALORES TRASCENDENTES
Tradicionalmente la Navidad es fecha de celebración y renovación espiritual; sin embargo, es impresionante el bombardeo publicitario en estas fiestas decembrinas con propagandas de regalos, juguetes, compras suntuosas, viajes e infinidad de ofertas, lo cual confunde a grandes y chicos acerca de lo que realmente es valioso y vale la pena.
Como adultos tenemos la gran responsabilidad de contribuir al crecimiento personal de los niños y jóvenes de la familia mostrándoles la importancia de ser autónomos en sus escogencias y no dejarse atrapar por los valores del consumismo. En este artículo te muestro cómo clarificar nuestros valores y apostar por valores trascendentes aprovechando estas fechas decembrinas.
Pregúntate ¿Qué es eso que “vale la pena” en tu familia, eso que valoran por encima de todo? ¿Son sólidos y trascendentes estos valores o son producto de la domesticación del consumismo? ¿Permiten esos valores ser mejores seres humanos?
La naturaleza de nuestros niños está llena de sabiduría. Ellos son capaces de darnos lecciones de aquello que ética y estéticamente es valioso en esencia. Yo me conmoví cuando mi hijo de sólo 13 años en aquel momento escribió en una “Autobiografía” que le asignaron en el colegio que el “mejor regalo que recordaba le había dado su madre cuando él era pequeño fue hacer una larga cola de tres horas para ver una película en el cine que él deseaba mucho”. A los trece años mi hijo ya tenía un patrón de escogencia de lo que en nuestra familia era valioso y tenía valor por encima de otras cosas: más que agradecer costosos juguetes, él valoró que yo estuviera presente para regalarle parte de mi tiempo.
Pero esta afortunada anécdota no me sustrae a la realidad de las dificultades que significa educar en valores en los actuales momentos. Más que hablar de “pérdida de valores” prefiero hablar de una lucha entre los valores materialistas impuestos por una sociedad de consumo alienante y los valores realmente trascendentes, lucha que se manifiesta en una verdadera confusión de principios con incongruencias en el decir y en el hacer que dan lugar a estilos de vida donde el “confort” pierde su sentido como valor de bienestar y se traslada a los símbolos de status y falso poder: Quién tiene más, quién tiene lo mejor, quién tiene lo más caro, quién tiene lo ultimo, quién tiene tal ó cuál marca.
Nuestra valía como seres humanos no nos viene dado por símbolo de status alguno. Esa es una autovalía hueca y superflua. La verdadera autoestima radica en nuestra esencia como seres humanos interconectados, practicantes de valores trascendentes como el amor, el respeto, la solidaridad, el servicio, la compasión, la gratitud. Cuando nos comprometemos con nuestra verdadera misión y talento, logramos ese maravilloso equilibrio entre lo material y lo espiritual, el bienestar inmediato y la trascendencia. Cuando esto sucede surge el milagro de dejar este mundo algo mejor de cómo lo encontramos. Es decir, trascendemos.
También trascendemos cuando educamos en valores esenciales a los niños y jóvenes de nuestra familia a través de la práctica y el ejemplo del amor, el respeto, la solidaridad, la compasión y la gratitud. La lista es infinita.
En estas fiestas decembrinas pregúntate qué ejemplos de valores le estás transmitiendo a los niños y jóvenes de tu familia. ¿Buscas el regalo más costoso y de última moda? ¿Conviertes las celebraciones navideñas en un derroche de lujo y ostentación?
Con tu ejemplo puedes enséñales el valor de los pequeños gestos y la importancia de las “Cosas más sencillas”, como bien decía nuestro querido poeta Aquiles Nazoa.
Te invito a hacer una lista de las diferentes posibilidades que te dan estas fiestas decembrinas para educar en valores trascendentes a los niños y jóvenes de tu familia.
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