martes, 8 de marzo de 2016

Honrando a las Mujeres de mi vida

Volver después de más de 25 años a la casa familiar de “Mi Madrina de Bautizo” y enterarme que hacía solo seis meses se había ido de este plano terrenal me conectó con los más sagrados recuerdos donde se entretejían los afectos y cuidados de aquella mujer menuda e inquieta cuyos hermanos habían padecido los rigores de la Seguridad Nacional bajo la Dictadura de Pérez Jiménez, uno de los cuales había sufrido exilio.

La película de las largas estadías vacacionales que pasaba en su casa se me reveló con la nitidez que el amor confiere a las personas  y en fracciones de segundos descubrí que muchos comportamientos y actitudes de la Madrina Aura me pertenecían, sin calificativos de si eran buenos o malos, simplemente eran su legado. Y me recree entonces en su rostro sereno y afable que me llenaba de ternura y le agradecí saberla ahí, a mis espaldas, antes y ahora, nutriéndome y susurrándome tal vez sin palabras “Tú puedes, Tú eres capaz, Tú te mereces lo bueno y bello de la vida”. 


Y al lado de la Madrina Aura fueron convocadas las tantas y tantas Mujeres de Mi Vida: Mi Madre María Luisa, las Abuelas Susana, Luisa y Delfina, las Bisabuelas y todas las que estuvieron antes que ellas, las Tías Castillo y las Tías Perdigón, la Madrina Yolanda, las Hermanas Mayores, las Primas Grandes, las Maestras y Profesoras. Unas llegaban alegres y dicharacheras, otras más inseguras, dudosas o tristes; pero todas estaban ahí, cuales tejedoras de cuentos y de historias, cuales soñadoras de sueños, dispuestas como un coro de ángeles a darme contención e impulso. Y así,  tomadas de la mano, abrieron sus labios y me dieron a coro su bendición.


….La brisa fresca de las bendiciones de estas mujeres colmó la habitación de un aroma ancestral; aroma de madera, sol, tierra, agua, aire…Entendí entonces que mientras ellas permanecieran latiendo en mi corazón y en mis huesos yo dedicaría mi  vida a honrarlas de la mejor manera que aprendí a hacerlo: disfrutando y amando la vida. 


Hoy, recordando las enseñanzas de Clarissa Pinkola, honro lo que me dieron y  honro lo que ellas fueron, suelto  y me dispongo a “correr con los lobos”  viviendo mi vida con la fuerza poderosa de mis instintos, mi creatividad y mi sabiduría.

                                 Y tú ¿de qué maneras puedes honrar hoy a las mujeres de tu vida?

M.C.P.








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2 comentarios:

  1. Querida hermana al leer también me conecté con esos sagrados recuerdos que mencionas y senti una gran emoción ya que en parte muchos de ellos los vivi y muchas de esas mujeres han influido en mi vida.Gracias por compartir.

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