La receta de las empanadas orientales, sobre todo ese punto exacto de masa, me lo dio hace muchos años mi querida Nayarid (esposa de mi sobrino Alberto y madre de mi adorado sobrino-nieto Adrian),
En realidad, el ingreso formal de Naya a la tribu Castillo fue demostrando sus dotes de que sabia hacer exquisitas empanadas orientales.
Fue en la casa de la Playa, en una Semana Santa, donde poco más o menos, entre grandes y pequeños, estábamos unas treinta personas. El caso es que Alberto, como orgulloso novio, había ofrecido que su “mochi” (así le dice cariñosamente a Naya) haría ese día empanadas para todo el batallón.
Bajo la mirada perspicaz de las “madres diosas” que estabamos sorprendidas de aquella osada aventura de alimentar antes de las diez de la mañana a una treintena de voraces bocas, demanda que había que multiplicar al menos por dos, con mucha disciplina y “romanticismo” Naya preparó la logística.
Ante la idea de que la novia del primo mayor haría “muchas empanadas", la chiquillería estaba de fiesta , y desde temprano hicieron cola frente al improvisado fogón que calentaba un caldero con aceite. Entre tanto, las “diosas madres”, liberadas de tener que garantizarle el desayuno a la tropa, tejíamos chismes y amenidades llenando de sanas carcajadas la calurosa mañana de patio.
Lo cierto que esta aventura culinaria resultó un reto de palabras mayores, pues bien avanzada la mañana sólo habían comido los primos zagaletones (Guacho, JR y Nenuco ) haciendo notar que los tres primitos habían logrado bajar en tan solo cinco minutos la torre de al menos doce empanadas que de manera eficiente había elaborado la Naya para todos sus comensales.
Cuando Naya sudaba literalmente “la gota gorda” retada a cumplir estoicamente aquella descabellada oferta, vinimos a su rescate las “diosas madres” resolviendo sin dilación que el resto de bocas (que eran muchas) comerían “bollitos de masa al vapor”.
El testimonio de los tres primos fue contundente “!Naya si sabe hacer empanadas sabrosas!”; y de inmediato supimos que esa chica, hija de Arístides y Teresa, traería a la Tribu Castillo la no despreciable herencia de unas “buenas empanadas orientales”, con sabor de tradición.
De aquella oportunidad me quedó la agradable anécdota, y los trucos de cómo lograr esa masa de empanada con el punto oriental. Hoy esos trucos tienen meritos sobrados para estar aquí en mi espacio de recetas ancestrales.
Empanadas Orientales a la Naya
Preparación de la masa:
Preparar unas dos tazas de harina de maíz precocido según la receta para hacer masa.
A esta masa, que más bien te debe quedar consistente y gustosa de sal, le añades dos cucharadas de harina de trigo y una cucharada de papelón rayado.
Preparación del relleno
Previamente acondiciona el relleno que le pondrás a tus empanadas: cazón (ve en mi blogs en recetas ancestrales la receta de "Cazón guisado de Arístides”), queso rallado o carne molida.
A esta masa, que más bien te debe quedar consistente y gustosa de sal, le añades dos cucharadas de harina de trigo y una cucharada de papelón rayado.
Preparación del relleno
Previamente acondiciona el relleno que le pondrás a tus empanadas: cazón (ve en mi blogs en recetas ancestrales la receta de "Cazón guisado de Arístides”), queso rallado o carne molida.
Extiende un plástico y coloca en el centro una bolita de la masa; colócale a la bolita de masa otro plástico encima y presiónalo con la ayuda de una tapa u olla. Quita el plástico superior, y sobre el círculo, muy al centro, coloca el relleno. Dobla, presiona por los bordes, separa el plástico. Echa a freír la empanada en suficiente aceite caliente hasta que esté bien dorada por ambos lados. Sácala y escúrrela.