Mi madre solía decir que “era una broma seria”, Santa Teresita decía de ella que “era la loca de la casa”, los terapeutas cognitivistas lo llaman “creencias limitadoras ó pensamientos negativos”, y los analistas transaccionales lo asumen como “diálogos internos improductivos”.
Le demos el nombre que le demos, lo cierto que la mente, la imaginación desbordada, los pensamientos negativos ó los diálogos internos aparecen cuando menos lo esperamos para descontrolarnos y sabotearnos hasta el más sublime momento.
Esta parte, aunque mía, parece adoptar “vida propia” de manera inesperada. La reconozco cuando aparece porque convoca a una fauna emocional fácilmente identificable: sapos en el estómago, lagartijas en el pecho, grillos en los oídos y culebritas en las piernas, y con esta fauna vienen presurosas sus aliadas la ansiedad y la angustia.
Si les muestro miedo toman el control y me invaden totalmente, si peleo y me les enfrento las engrandezco. Entonces decido quedarme callada y quieta porque a la imaginación no creativa y no dirigida, a esa “loca de la casa”, hay que escucharla pero no seguirla. Seguirla es ir detrás de las Erinias Griegas o las Furias Romanas, y eso no quiero.
Miriam Castillo P.